Con seis años, un niño insomne y metafísico piensa en Dios hasta quedar en blanco.
Allí sitúa Pablo Oyarzún el comienzo de una vocación filosófica que lo llevará a ser maestro de generaciones, instalado en el cruce entre arte, literatura y filosofía. En esta entrevista a cargo del filósofo Diego Fernández, su ex-estudiante, Oyarzún revisa sus inquietudes, a la vez intelectuales y vitales, sus contradicciones, sus maneras de comprender la filosofía o la sala de clases (a la que ve como el lugar de la experimentación y el riesgo) y se detiene a considerar el arte de la traducción como una forma de eros entre las lenguas.